Las leyes de la electricidad y
del magnetismo desempeñan un papel muy importante en el funcionamiento de
dispositivos como reproductores de MP3, televisiones, motores eléctricos,
computadoras, aceleradores de alta energía y otros aparatos electrónicos. Incluso,
en su forma más básica, las fuerzas interatómicas e intermoleculares
responsables de la formación de sólidos y líquidos son, en su origen,
eléctricas.
Evidencia encontrada en
documentos de la antigua China sugiere que desde el año 2000 a.C., el magnetismo
ya había sido observado. Los antiguos griegos observaron fenómenos eléctricos y
magnéticos desde el año 700 a.C. Conocían las fuerzas magnéticas al observar la
magnetita (Fe3O4), piedra de origen natural, que es atraída por el hierro. (La
palabra eléctrico viene de elecktron, palabra griega para designar el “ámbar”.
La palabra magnético proviene de Magnesia, nombre de la provincia griega donde
se encontró magnetita por primera vez.)
No fue sino hasta principios del
siglo XIX que los científicos llegaron a la conclusión de que la electricidad y
el magnetismo son fenómenos relacionados. En 1819, Hans Oersted descubrió que
la aguja de la brújula se desvía si se coloca cerca de un circuito por el que
se conduce una corriente eléctrica. En 1831, Michael Faraday y, en forma
simultánea, Joseph Henry, demostraron que cuando se pone en movimiento un
alambre cerca de un imán (o, de manera equivalente, cuando un imán se mueve
cerca de un alambre), se establece una corriente eléctrica en dicho alambre. En
1873, James Clerk Maxwell aprovechó estas observaciones junto con otros
experimentos para sustentar las leyes del electromagnetismo tal como se conocen
hoy día.
La contribución de Maxwell en el
campo del electromagnetismo fue de especial relevancia, porque las leyes que
formuló son fundamentales para explicar todas las formas de fenómenos
electromagnéticos. Su trabajo tiene tanta importancia como las leyes del movimiento
y la teoría de la gravitación universal.
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