Cuando se dice que un imán de brújula tiene un polo norte y un polo sur, es más adecuado decir que tiene un polo “que busca el norte” y un polo “que busca el sur”. Al decir esto se expresa que un polo del imán busca, o apunta hacia el polo norte geográfico de la Tierra. En vista de que el polo norte de un imán es atraído hacia el polo norte geográfico de la Tierra, se concluye que el polo sur magnético de la Tierra está localizado cerca del polo norte geográfico, y el polo norte magnético de la Tierra está localizado cerca del polo sur geográfico. De hecho, se parece mucho al que se lograría enterrando profundamente en el interior de la Tierra un imán de barra gigantesco.
A pesar de que el patrón del campo magnético de la Tierra es similar al que se establecería utilizando un imán de barra enterrado a una gran profundidad en el interior de la Tierra, es fácil entender por qué la fuente del campo magnético de la Tierra no puede estar compuesta por grandes masas de material permanentemente magnetizado. Es cierto que la Tierra tiene grandes depósitos de hierro por debajo de su superficie, pero las elevadas temperaturas en el núcleo de la Tierra impedirían que el hierro retuviera cualquier magnetización permanente. Los científicos piensan que es más probable que el verdadero origen del campo magnético de la Tierra se deba a corrientes de convección en su núcleo. Iones cargados o electrones circulando en el interior líquido podrían producir un campo magnético igual a como ocurre en una espira de corriente. También existe una fuerte evidencia de que la magnitud del campo magnético de un planeta está relacionada con su velocidad de rotación. Por ejemplo, Júpiter gira más rápido que la Tierra, y las sondas espaciales indican que el campo magnético de Júpiter es más fuerte que el terrestre. Venus, por otro lado, gira más despacio que la Tierra, y su campo magnético es más débil. Actualmente se investigan las causas del magnetismo de la Tierra.
Un aspecto interesante al respecto indica que la dirección del campo magnético de la Tierra se invirtió varias veces durante el último millón de años. La evidencia de este fenómeno se encuentra en el basalto, un tipo de roca que contiene hierro y que se forma con base en el material expulsado por actividad volcánica en el fondo del océano. Conforme la lava se enfría se solidifica y conserva una huella de la dirección del campo magnético de la Tierra. Mediante otros medios se determina la edad de estas rocas a fin de tener un calendario de estas inversiones periódicas del campo magnético.
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